Ya sea porque tenemos que acceder con él a algún medio de transporte, porque la ley nos lo exija o por motivos conductuales, el bozal es algo que a menudo está presente en la vida de un perro. Que nuestro perro se acostumbre a llevar puesto el bozal es un proceso sencillo y que no debería ser demasiado largo si sabemos cómo hacer para que nuestro amigo de cuatro patas se acostumbre a este accesorio.
Tipos de bozal
Fundamentalmente hay dos tipos de bozal: el bozal de tubo y el bozal de cesta o canasta.
El de tubo puede estar fabricado en cuero o plástico y, usualmente, tiene el cierre de velcro. Aunque puedan parecer cómodos y ligeros, tienen varias desventajas. Con este tipo de bozales el perro es incapaz de beber, comer e incluso jadear para regular su temperatura. Además no son seguros, ya que el velcro puede despegarse en cualquier momento.
Esto no ocurre con los bozales de cesta: con ellos, los perros pueden utilizar su boca para cualquier cosa excepto para morder, que es el verdadero propósito de un bozal. Son fiables, ya que los cierres suelen ser con hebilla, y la mayoría permiten que los sujetemos al collar de nuestro perro, añadiendo así un elemento adicional de seguridad.
Por tanto, en Madridcan recomendamos la utilización de bozales de cesta, también llamados bozales de canasta. No obstante e independientemente del tipo de bozal que escojamos, antes de que el perro tenga que hacer uso del mismo es imprescindible realizar un ejercicio de positivización tan sencillo como importante.
Utilización del bozal para una modificación de conducta canina
Es un error muy común pensar que el bozal es la solución a cualquier problema de conducta que presente nuestro perro.
Las peleas con otros perros, la ingesta de comida (o cosas peores) por la calle cuando sale de paseo o los destrozos en casa cuando se queda solo en ella son consecuencias de problemas de comportamiento cuyo origen habría que determinar, pero que no se solucionan de por sí con un bozal. Si nuestro perro manifiesta agresividad, miedo o ansiedad, la imposición de un bozal solamente agravará la situación. En cambio, si el uso del bozal se integra dentro de un plan específico de modificación de conducta canina, su uso sí será efectivo. En Madridcan te damos las herramientas para poner fin a todos estos inconvenientes.
Cómo acostumbrar a nuestro perro a llevar bozal
En primer lugar, debemos intentar que nuestro perro se familiarice con el bozal. Para ello, podemos manipularlo delante de él, con movimientos claros y lentos. Movemos las trinchas (las cintas que sirven para abrochar el bozal por detrás de la cabeza) y dejamos que el perro se acerque y olfatee ese nuevo elemento. Podemos premiarlo con palabras, caricias o comida cuando empiece a manifestar curiosidad hacia el bozal. Debemos repetir este proceso varias veces al día durante un tiempo antes de pasar al siguiente paso.
A continuación, empezaremos a introducir comida dentro del bozal para después ofrecérselo al perro. Si el primer paso se repitió las suficientes veces, el perro meterá voluntariamente el hocico dentro del bozal para comer. Podemos premiarlo con palabras y caricias mientras empezamos a introducir la orden verbal, por ejemplo: «bozal». Si es necesario, podemos rebajarle la ración de comida diaria y utilizar ese excedente de comida para llevar a cabo este ejercicio. Podemos incluso darle toda su ración diaria a través del bozal, en varias tomas a lo largo del día.
Cuando el perro empieza a asociar la orden «bozal» con meter el hocico dentro del accesorio, podemos empezar a manipular las trinchas y la hebilla alrededor de la cabeza del perro, con movimientos claros y sin brusquedad. Si tras varios intentos el perro deja de comer y saca la cabeza del bozal, podemos sustituir el pienso por comida semi húmeda. Es fundamental no tener prisa durante el proceso ni tratar de hacerlo por la fuerza, ya que algunos perros toleran mejor el bozal que otros, y será solamente cuestión de tiempo que los perros más desconfiados se acostumbren a él.
Una vez que el perro introduce el hocico voluntariamente a la orden de «bozal» y tolera que hagamos manipulaciones con las cinchas alrededor de su cabeza, podemos empezar a abrochárselo. Intentemos no ajustárselo del todo para que no note demasiada presión en la nuca. Al principio lo haremos durante unos pocos segundos, y a medida que aumente su tolerancia iremos incrementando el tiempo que pasa con bozal. No debemos dejar de positivizar estos momentos con comida, palabras y caricias, y debemos quitarle el bozal antes de que lo rechace y trate de quitárselo con las patas o frotándose con el suelo.
Cuando lleguemos a este punto, empezaremos a colocarle el bozal en distintas situaciones: en casa, en el ascensor, en la calle, en el parque… Al principio deberá llevarlo puesto durante unos pocos minutos y a partir de ahí podemos ir aumentando la exposición progresivamente.
¿Y si mi perro me muerde cuando le pongo el bozal?
En el momento en que el perro empieza a acercarse al bozal, este supone para él un estímulo neutro. No sabe para qué sirve y no lo asocia a nada en concreto. No le evoca nada, ni malo ni bueno. Siguiendo los pasos anteriores conseguiremos convertir ese estímulo neutro en un estímulo positivo, dado que nuestra labor consistirá en que se produzca una asociación entre el bozal y la comida.
No obstante, puede que actualmente nuestro perro ya tenga negativizado el bozal debido a que haya tenido malas experiencias con él, o porque lo asocie a cosas que él considere negativas, como por ejemplo el veterinario o la peluquería. En ese caso, será necesario que el perro sea tratado por un adiestrador canino antes de intentar colocarle el bozal.